Muchos ciudadanos compartimos que la Unión Europea ha pasado del impasse al marasmo y que las derivas de nuestras democracias y de la propia Comisión sólo han provocado hasta la fecha más desafección política y euroescepticismo. Sabemos que una Europa conservadora antepone la unión económica a la política y que los países del Sur sufrimos en nuestras carnes los efectos de los rescates, parciales o totales, así como las imposiciones de una austeridad devastadora.
Este ideario nos ha llevado a los estrepitosos fracasos de la troika, mientras que los ciudadanos, cada día más perplejos, nos cuestionamos la legitimidad política de no pocas decisiones que se adoptan en Bruselas, Frankfurt, Berlín o Washington, y que afectan a nuestras vidas cotidianas.
Defiendo que Europa vuelva a inspirarse en sus principios fundadores y en el bienestar como ejes para diseñar el futuro y, lógicamente, tanto la burocracia europea como los conservadores ven en esto una amenaza al statu quo.
Perciben que una nueva Europa puede poner en peligro equilibrios y posiciones que se encaminan, más temprano que tarde, al proteccionismo de Estado en todas sus versiones y amenazan seriamente la construcción de una Europa próspera y relevante en el mundo.
Si bien es cierto que la Gran Recesión se ha llevado por delante muchos gobiernos progresistas, no lo es menos que Europa está dominada hoy por los conservadores mientras que socialistas y progresistas no hemos sido capaces de transmitir nuevas ideas y proyectos, y se han aceptado acríticamente algunos marcos conceptuales conservadores. Por ello, los ciudadanos europeos optan por votar al original y no la copia, como desvelan las encuestas que han publicado diversos medios europeos.
Ante el desmantelamiento de libertades y derechos, así como de las prestaciones sociales, los socialistas hemos alzado una voz tenue y sin convicción. ¿Dónde están las protestas por las insuficientes perspectivas financieras 2014-2020? ¿Dónde las denuncias sistemáticas por la reducción de los recursos destinados a la Europa social o a la investigación, desarrollo e innovación? ¿Cuántas reivindicaciones masivas hemos visto frente al ridículo programa de empleo para jóvenes europeos? ¿Cuántas protestas por los fracasos de la troika?
No basta con expresiones retóricas si éstas no se acompañan de compromiso, ideas, movilizaciones y solidaridad con los ciudadanos que vemos desvanecerse el sueño europeo en paralelo a las clases medias. La Europa del siglo XXI necesita de una nueva narrativa, tanto interna como externa, porque sólo así encontrará un lugar propio y destacado en la globalización, así como una salida a la crisis; cuestión ésta que hoy nos remite al estancamiento y a la activación de nuevas y más dolorosas crisis.
En este contexto, y ante las elecciones europeas de mayo de 2014, los socialistas españoles debemos hacer un esfuerzo y llegar a esta contienda con un debate profundo y clarificador, una organización más ilusionada y un liderazgo futuro claro, porque Europa al igual que España necesita de un PSOE renovado.
Podemos romper el aislamiento individualista y generar una ilusión colectiva para el empoderamiento ciudadano y el impulso de proyectos comunes como redefinir el papel de Europa en el mundo, avanzar hacia una Europa más social y política, e introducir medidas novedosas como la incorporación a Tratados y constituciones de un techo de Estado de Bienestar y medidas para profundizar en la economía social de mercado.
Así podremos hacer frente a decisiones políticas insoslayables, urgentes y de gran calado, como requiere la Unión Europea. Por su importancia es absolutamente urgente que el PSOE aprenda de sí mismo y de los errores de los partidos socialistas europeos (PS, PSF, PASOK…).
No podemos rehuir el debate abierto con la militancia y con aquellos ciudadanos que se sienten progresistas y es más que razonable pedir a la dirección socialista un proceso de primarias abiertas antes de mayo de 2014. Y no sólo porque lo reclame la militancia, sino porque del futuro de Europa depende el de España.
Necesitamos un PSOE fuerte y renovado, y con un nuevo relato europeo que debe ser la espina dorsal del proyecto para España. Dibujamos diversos escenarios políticos y, en el caso del PSOE, todos pasan por la convocatoria de un proceso de primarias previo a las elecciones europeas, donde los socialistas estamos llamados a aportar valor y a crear una nueva narrativa socialdemócrata europea.
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Defiendo que Europa vuelva a inspirarse en sus principios fundadores y en el bienestar como ejes para diseñar el futuro y, lógicamente, tanto la burocracia europea como los conservadores ven en esto una amenaza al statu quo.
Perciben que una nueva Europa puede poner en peligro equilibrios y posiciones que se encaminan, más temprano que tarde, al proteccionismo de Estado en todas sus versiones y amenazan seriamente la construcción de una Europa próspera y relevante en el mundo.
Si bien es cierto que la Gran Recesión se ha llevado por delante muchos gobiernos progresistas, no lo es menos que Europa está dominada hoy por los conservadores mientras que socialistas y progresistas no hemos sido capaces de transmitir nuevas ideas y proyectos, y se han aceptado acríticamente algunos marcos conceptuales conservadores. Por ello, los ciudadanos europeos optan por votar al original y no la copia, como desvelan las encuestas que han publicado diversos medios europeos.
Ante el desmantelamiento de libertades y derechos, así como de las prestaciones sociales, los socialistas hemos alzado una voz tenue y sin convicción. ¿Dónde están las protestas por las insuficientes perspectivas financieras 2014-2020? ¿Dónde las denuncias sistemáticas por la reducción de los recursos destinados a la Europa social o a la investigación, desarrollo e innovación? ¿Cuántas reivindicaciones masivas hemos visto frente al ridículo programa de empleo para jóvenes europeos? ¿Cuántas protestas por los fracasos de la troika?
No basta con expresiones retóricas si éstas no se acompañan de compromiso, ideas, movilizaciones y solidaridad con los ciudadanos que vemos desvanecerse el sueño europeo en paralelo a las clases medias. La Europa del siglo XXI necesita de una nueva narrativa, tanto interna como externa, porque sólo así encontrará un lugar propio y destacado en la globalización, así como una salida a la crisis; cuestión ésta que hoy nos remite al estancamiento y a la activación de nuevas y más dolorosas crisis.
En este contexto, y ante las elecciones europeas de mayo de 2014, los socialistas españoles debemos hacer un esfuerzo y llegar a esta contienda con un debate profundo y clarificador, una organización más ilusionada y un liderazgo futuro claro, porque Europa al igual que España necesita de un PSOE renovado.
Podemos romper el aislamiento individualista y generar una ilusión colectiva para el empoderamiento ciudadano y el impulso de proyectos comunes como redefinir el papel de Europa en el mundo, avanzar hacia una Europa más social y política, e introducir medidas novedosas como la incorporación a Tratados y constituciones de un techo de Estado de Bienestar y medidas para profundizar en la economía social de mercado.
Así podremos hacer frente a decisiones políticas insoslayables, urgentes y de gran calado, como requiere la Unión Europea. Por su importancia es absolutamente urgente que el PSOE aprenda de sí mismo y de los errores de los partidos socialistas europeos (PS, PSF, PASOK…).
No podemos rehuir el debate abierto con la militancia y con aquellos ciudadanos que se sienten progresistas y es más que razonable pedir a la dirección socialista un proceso de primarias abiertas antes de mayo de 2014. Y no sólo porque lo reclame la militancia, sino porque del futuro de Europa depende el de España.
Necesitamos un PSOE fuerte y renovado, y con un nuevo relato europeo que debe ser la espina dorsal del proyecto para España. Dibujamos diversos escenarios políticos y, en el caso del PSOE, todos pasan por la convocatoria de un proceso de primarias previo a las elecciones europeas, donde los socialistas estamos llamados a aportar valor y a crear una nueva narrativa socialdemócrata europea.
MIGUEL ÁNGEL MORATINOS