Ha entrado en nuestras vidas como lo ha hecho las lluvias y el mal tiempo en España: sin previo aviso, cuando menos se lo esperaba. Pero, sobre todo, cuando no le tocaba: a finales de agosto. 2DS hacía su entrada estelar hace apenas un par de días y revolucionaba a la red de redes. Tanto o más como los temas tapadera tan socorridos en verano por la casta política. Analicemos pues al aparatejo nuevo este.
Estamos ante una 3DS a la que le han quitado la posibilidad de cierre, se le ha concebido un formato Tablet –muy de moda entre los modernos-, el joystick y la cruceta se han reconciliado de sus disputas internas y se han juntado, aunque por lo que más destaca es, tal y como indica su nombre, que carece de la posibilidad de visionar los juegos y videos en 3D.
Respiren tranquilos, se puede hacer uso de las tarjetas tanto de DS como de 3DS, pero sin esta peculiar vista del “3D sin gafas”, eslogan promocionado por el maravilloso Eduard Punset, en un spot maravillosamente irritante. ¿Por cuánto sale esta invención de la Gran N? Por unos “escasos” 130 dólares, que pasado a euros serían unos 100 euros largos, pero que como todos sabemos la reconversión bien poco importará y serán unos 130 euros.
Y eso que me llevo, dirán en la compañía nipona. Con los datos por delante, pensando en frío y sin dejarnos llevar por la bilis y la violencia espontánea, ¿merece la pena adquirir esta consola? ¿Ha sido una buena estrategia comercial de Nintendo? Según el prisma desde el que se mire.
Que no se cierre la consola es un claro punto en contra con el que parte 2DS. No, está claro que no es la primera portátil de la empresa en no cerrarse, pero ni siquiera la Game Boy Classic, la mayor de tamaño y peso de todas, se equipara con la que va a salir al mercado. El diseño deja que desear, así de claro lo comentamos sin anestesia ni preámbulos para que no quede duda alguna.
Se puede contemplar en la imagen que acompaña a este texto: los botones se reparten con poca gracia entre todo el espacio libre con el que cuenta dicho hardware, no resulta ergonómico y la idea de casar joystick y cruceta es ciertamente cuestionable. Al encontrarse tan juntos, en un fácil descuido se puede girar la cámara del juego en lugar de al personaje, lo cual puede llevar a una derrota en determinados contextos.
Dicho todo esto, ¿no se suponía que había algo bueno en esta creación? Así es: su precio. Incluso en este aspecto, lo bueno que trae consigo el sistema tampoco es para elogiarlo, pero ahí está. Tomando como referencia la cadena de tiendas GAME, hacerse con una 3DS sale por 166 euros, unos 36 euros más cara que la nueva consola.
La reducción de precio es limitada, pero abre un abanico de posibilidades en dos vertientes: los niños menores de 7 años a los que les podía afectar la visión en 3D podrán adquirir al fin juegos de 3DS, y los jugadores que no veían necesaria esta opción visual podrán animarse a comprarse una portátil si se le quita ésta y es más barata.
Como hemos comentado, no parece esta revisión una invención realmente útil ni práctica, sin embargo, a pesar de todo, el mundo no llega a su fin. No van a producirse cataclismos ni tsunamis a nivel global como pudiera desligarse de los comentarios en los foros de muchos jugadores, que exaltados ante la noticia de 2DS hablan del fin de Nintendo, de todo lo que hacen mal… como si no hubiera mañana. Tranquilizaos, zagales.
El problema de esta compañía es que no cesa de dar palos de ciego de cara al público al que se quiere dirigir (Wii U se anunció para un público hardcore al que poco juego se le ha suministrado) y no sabe darle entidad propia a sus consolas. Un claro ejemplo es ese intento de consola llamado Wii Mini, que no se terminó de definir tampoco. De hecho, a día de hoy apenas nadie sabe de su existencia. Otra revisión sin sentido.
Con el colchón económico que le ha proporcionado tanto Wii como DS, se han acomodado y no han dado ningún paso importante como el que dieran con la transición de Super Nintendo a Nintendo 64. Wii U aún sigue sin definir lo que es y 3DS bebe del triunfo de su predecesora, pero las ventas se reflejan. Mientras que Wii vendió 100 millones de consolas, la actual ha vendido 4, en las portátiles más de lo mismo.
Es cierto que las consolas actuales de la compañía llevan poco tiempo en el mercado, pero tampoco seamos necios ni hipócritas: Wii U no va a llegar a las cifras de Wii con apenas 4 millones, por mucho que sólo tenga un año. Las matemáticas no fallan.
Entonces, ¿es malo que Nintendo saque 2DS, una portátil que va a adquirir un target muy concreto de personas? Como hecho aislado, no es algo positivo, pero tampoco es una falla importante. Lo malo procede del resultado del análisis de la trayectoria de la empresa en los últimos años y vemos que no dan con una política acertada de cara a los jugadores.
Y antes con Wii no contentaban a estos, pero conseguían dinero a base de vender juegos infantiles y de fitness. Con Wii U ya no les queda ni el dinero. No entiendo en qué estás pensando, Nintendo.
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Estamos ante una 3DS a la que le han quitado la posibilidad de cierre, se le ha concebido un formato Tablet –muy de moda entre los modernos-, el joystick y la cruceta se han reconciliado de sus disputas internas y se han juntado, aunque por lo que más destaca es, tal y como indica su nombre, que carece de la posibilidad de visionar los juegos y videos en 3D.
Respiren tranquilos, se puede hacer uso de las tarjetas tanto de DS como de 3DS, pero sin esta peculiar vista del “3D sin gafas”, eslogan promocionado por el maravilloso Eduard Punset, en un spot maravillosamente irritante. ¿Por cuánto sale esta invención de la Gran N? Por unos “escasos” 130 dólares, que pasado a euros serían unos 100 euros largos, pero que como todos sabemos la reconversión bien poco importará y serán unos 130 euros.
Y eso que me llevo, dirán en la compañía nipona. Con los datos por delante, pensando en frío y sin dejarnos llevar por la bilis y la violencia espontánea, ¿merece la pena adquirir esta consola? ¿Ha sido una buena estrategia comercial de Nintendo? Según el prisma desde el que se mire.
Que no se cierre la consola es un claro punto en contra con el que parte 2DS. No, está claro que no es la primera portátil de la empresa en no cerrarse, pero ni siquiera la Game Boy Classic, la mayor de tamaño y peso de todas, se equipara con la que va a salir al mercado. El diseño deja que desear, así de claro lo comentamos sin anestesia ni preámbulos para que no quede duda alguna.
Se puede contemplar en la imagen que acompaña a este texto: los botones se reparten con poca gracia entre todo el espacio libre con el que cuenta dicho hardware, no resulta ergonómico y la idea de casar joystick y cruceta es ciertamente cuestionable. Al encontrarse tan juntos, en un fácil descuido se puede girar la cámara del juego en lugar de al personaje, lo cual puede llevar a una derrota en determinados contextos.
Dicho todo esto, ¿no se suponía que había algo bueno en esta creación? Así es: su precio. Incluso en este aspecto, lo bueno que trae consigo el sistema tampoco es para elogiarlo, pero ahí está. Tomando como referencia la cadena de tiendas GAME, hacerse con una 3DS sale por 166 euros, unos 36 euros más cara que la nueva consola.
La reducción de precio es limitada, pero abre un abanico de posibilidades en dos vertientes: los niños menores de 7 años a los que les podía afectar la visión en 3D podrán adquirir al fin juegos de 3DS, y los jugadores que no veían necesaria esta opción visual podrán animarse a comprarse una portátil si se le quita ésta y es más barata.
Como hemos comentado, no parece esta revisión una invención realmente útil ni práctica, sin embargo, a pesar de todo, el mundo no llega a su fin. No van a producirse cataclismos ni tsunamis a nivel global como pudiera desligarse de los comentarios en los foros de muchos jugadores, que exaltados ante la noticia de 2DS hablan del fin de Nintendo, de todo lo que hacen mal… como si no hubiera mañana. Tranquilizaos, zagales.
El problema de esta compañía es que no cesa de dar palos de ciego de cara al público al que se quiere dirigir (Wii U se anunció para un público hardcore al que poco juego se le ha suministrado) y no sabe darle entidad propia a sus consolas. Un claro ejemplo es ese intento de consola llamado Wii Mini, que no se terminó de definir tampoco. De hecho, a día de hoy apenas nadie sabe de su existencia. Otra revisión sin sentido.
Con el colchón económico que le ha proporcionado tanto Wii como DS, se han acomodado y no han dado ningún paso importante como el que dieran con la transición de Super Nintendo a Nintendo 64. Wii U aún sigue sin definir lo que es y 3DS bebe del triunfo de su predecesora, pero las ventas se reflejan. Mientras que Wii vendió 100 millones de consolas, la actual ha vendido 4, en las portátiles más de lo mismo.
Es cierto que las consolas actuales de la compañía llevan poco tiempo en el mercado, pero tampoco seamos necios ni hipócritas: Wii U no va a llegar a las cifras de Wii con apenas 4 millones, por mucho que sólo tenga un año. Las matemáticas no fallan.
Entonces, ¿es malo que Nintendo saque 2DS, una portátil que va a adquirir un target muy concreto de personas? Como hecho aislado, no es algo positivo, pero tampoco es una falla importante. Lo malo procede del resultado del análisis de la trayectoria de la empresa en los últimos años y vemos que no dan con una política acertada de cara a los jugadores.
Y antes con Wii no contentaban a estos, pero conseguían dinero a base de vender juegos infantiles y de fitness. Con Wii U ya no les queda ni el dinero. No entiendo en qué estás pensando, Nintendo.
SALVADOR BELIZÓN