Gloria Muñoz Cruces ya está jubilada, pero los días que puede le gusta acercarse por el Mercado de Abastos de Dos Hermanas para echar una mano a su hijo Joaquín en las tareas propias de la cantina; especialmente, en todo lo referente al amplio surtido de tapas que siguen ofreciendo a todos los que se acercan por esta parte del corazón de nuestra ciudad. A lo mejor, hasta ha probado usted su famosa paella de los sábados.
Gloria Muñoz y su marido Francisco de la Vega llegaron al Mercado de Abastos de Dos Hermanas hace ya más de 40 años. Bueno, desgraciadamente, Gloria es viuda, pero guarda en el recuerdo la presencia constante de quien fue su compañero de viaje por un mundo complicado pero al mismo tiempo muy bonito.
Desde su cantina siguieron la evolución de un Mercado de Abastos que cuando llegaron era de madera y ahora es de acero inoxidable. Y, especialmente, de su gente, de quienes lo trabajaron y de quienes se acercaban por él para comprar y para aportarles parte de su vida. Ella recuerda a las mujeres que se dirigían desde bien temprano hasta los almacenes de aceitunas, de cómo su marido repartía cada mañana los desayunos a quienes estaban al frente de los puestos, y de un mediodía en el que las tapas salían a toda prisa para saciar el hambre de cuantos se acercaban por su cantina.
Porque Gloria Muñoz Cruces sigue siendo la cantinera del Mercado de Abastos, pese a que ya sólo se acerca por allí para romper la rutina de una mujer que vive sola y a la que aún le gusta conservar el olor y el sabor de un espacio singular. Ella nació en Tánger hace casi 73 años. Su padre era natural de Jaén, y madre, de San Roque, y tanto ella como otro de sus cinco hermanos nacieron en esta ciudad del norte de Marruecos porque sus padres se marcharon a ella durante la Guerra Civil española.
En esta misma ciudad marroquí nació quien acabó convirtiéndose en su marido, un tornero de la madera, Francisco de la Vega, que ostentó un pequeño taller de carpintería hasta que las cosas comenzaron a marchar regular y decidieron acudir a Dos Hermanas, donde los suegros de Gloria, Joaquín de la Vega y Encarnación Muñoz, vivían y trabajaban. Es más, eran los encargados de la cantina del Mercado de Abastos. Y allí que se fueron ellos.
Llegó a Dos Hermanas con 32 años
Gloria llegó a Dos Hermanas en 1971, cuando contaba con 32 años de edad, "y como mis suegros se iban a jubilar, pues la ofrecieron a mi marido la posibilidad de seguir con la cantina, que cogimos ya al año siguiente, en 1972".
Cuando heredaron la cantina, el Mercado se encontraba en el mismo lugar que ocupa hoy, "pero era muy viejo y estaba todo en muy malas condiciones", comenta Gloria. La cantina, además, pasó durante algunos años por distintos puntos del interior del mercado e incluso de fuera del mismo, como cuando fueron trasladados hasta la zona donde hoy se ubica el Mercadillo de los Gitanos mientras que se construía el nuevo mercado.
"Cuando nosotros llegamos por primera vez al Mercado, éste era completamente distinto, tanto en su distribución como en su organización. Antes, por ejemplo, se podía encontrar un puesto de pescado en cualquier lugar, y hoy éstos ya tienen su calle propia, lo mismo que ocurre con los de la carne o los de las verduras y frutas. Eso sí, el ambiente de entonces era muy bueno, especialmente porque al Mercado venía mucha gente".
"Recuerdo que desde muy temprano llegaban las mujeres de los almacenes de las aceitunas. Nosotros abríamos la cantina a las seis de la mañana, y a esa hora ya teníamos que tener puestos los platos de los cafés en el mostrador, porque mientras ellas compraban los bocadillos para irse luego a trabajar, se tomaban su cafelito en nuestra cantina". Fue una época de mucho trabajo y ganancias suficientes para vivir, y totalmente diferente a la actual, porque esto de la crisis ha hecho que las cosas ahora "estén regular". "En la cantina, por lo menos, no estamos para tirar cohetes", añadió.
"Lo más fuerte nuestro siempre ha sido el desayuno, al igual que ocurre ahora, pero antiguamente también a la hora del tapeo venía mucha gente por aquí, porque nosotros no cerrábamos hasta las cinco o las seis de la tarde". Un tapeo que se basaba en los platos que se encargaba Gloria de elaborar personalmente. "Entonces, bueno y todavía hoy, teníamos muchas clases de tapas, como la carne con tomate, las albóndigas, los riñones, la lengua, las costillas, la carne mechada, la ensaladilla... Pero antes se daba la circunstancia de que, por ejemplo, nos venían los propios pescaderos y nos decían: 'Gloria, ásame estas sardinas', y nosotros se las hacíamos en el bar; algo que ya no puede ocurrir, claro".
La paella de los sábados
Y, como pasaba con el desayuno, eran de nuevo las mujeres que trabajaban en los almacenes las que acudían cuando salían del trabajo a hacer sus compras para casa, y, claro, algunas pues se acababan tomando su tapita. De la cocina siempre se ha encargado Gloria, quien reconoce que el plato que ha tenido más éxito ha sido, y sigue siendo, la paella, que hacía, y que sigue haciendo, todos los sábados a eso de la una menos cuarto del mediodía.
"La paella que yo hago es de marisco y de carne. Yo le echo calamares, gambas, almejas, carne de cerdo, su correspondiente refrito y un par de secretitos que esos me los guardo para mí. Los sábados sigue habiendo mucha gente que le gusta venir a tomarse su tapita de paella, con la que casi se come porque aquí siempre se han puesto las tapas grandes; e incluso algunos vienen con una fiambrera y me piden un par de tapas para tomárselas en su casa".
Gloria es hoy en día la persona más veterana que sigue trabajando en el mercado, junto con Fernando Yanes, uno de los charcuteros, pero reconoce que en muchos puestos los que se encuentran ya al frente de ellos son los nietos de los propietarios que se encontraban cuando ella y su marido llegaron. "Como, por ejemplo, es el caso de Francisco Barbero, uno de los carniceros, y del que yo conocí a su abuelo y a su padre, que además todos se llamaban igual".
Lo que sí reconoce que se nota, y mucho, es la crisis económica actual en el Mercado. "Hay muchos puestos que no pueden hacer frente a sus gastos, porque los alquileres actuales son muy caros, y hay que pagar además mucha luz y mucha agua, y no todos pueden hacer frente a ello. Por eso hay puestos que no tienen más remedio que ir cerrando".
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Gloria Muñoz y su marido Francisco de la Vega llegaron al Mercado de Abastos de Dos Hermanas hace ya más de 40 años. Bueno, desgraciadamente, Gloria es viuda, pero guarda en el recuerdo la presencia constante de quien fue su compañero de viaje por un mundo complicado pero al mismo tiempo muy bonito.
Desde su cantina siguieron la evolución de un Mercado de Abastos que cuando llegaron era de madera y ahora es de acero inoxidable. Y, especialmente, de su gente, de quienes lo trabajaron y de quienes se acercaban por él para comprar y para aportarles parte de su vida. Ella recuerda a las mujeres que se dirigían desde bien temprano hasta los almacenes de aceitunas, de cómo su marido repartía cada mañana los desayunos a quienes estaban al frente de los puestos, y de un mediodía en el que las tapas salían a toda prisa para saciar el hambre de cuantos se acercaban por su cantina.
Porque Gloria Muñoz Cruces sigue siendo la cantinera del Mercado de Abastos, pese a que ya sólo se acerca por allí para romper la rutina de una mujer que vive sola y a la que aún le gusta conservar el olor y el sabor de un espacio singular. Ella nació en Tánger hace casi 73 años. Su padre era natural de Jaén, y madre, de San Roque, y tanto ella como otro de sus cinco hermanos nacieron en esta ciudad del norte de Marruecos porque sus padres se marcharon a ella durante la Guerra Civil española.
En esta misma ciudad marroquí nació quien acabó convirtiéndose en su marido, un tornero de la madera, Francisco de la Vega, que ostentó un pequeño taller de carpintería hasta que las cosas comenzaron a marchar regular y decidieron acudir a Dos Hermanas, donde los suegros de Gloria, Joaquín de la Vega y Encarnación Muñoz, vivían y trabajaban. Es más, eran los encargados de la cantina del Mercado de Abastos. Y allí que se fueron ellos.
Llegó a Dos Hermanas con 32 años
Gloria llegó a Dos Hermanas en 1971, cuando contaba con 32 años de edad, "y como mis suegros se iban a jubilar, pues la ofrecieron a mi marido la posibilidad de seguir con la cantina, que cogimos ya al año siguiente, en 1972".
Cuando heredaron la cantina, el Mercado se encontraba en el mismo lugar que ocupa hoy, "pero era muy viejo y estaba todo en muy malas condiciones", comenta Gloria. La cantina, además, pasó durante algunos años por distintos puntos del interior del mercado e incluso de fuera del mismo, como cuando fueron trasladados hasta la zona donde hoy se ubica el Mercadillo de los Gitanos mientras que se construía el nuevo mercado.
"Cuando nosotros llegamos por primera vez al Mercado, éste era completamente distinto, tanto en su distribución como en su organización. Antes, por ejemplo, se podía encontrar un puesto de pescado en cualquier lugar, y hoy éstos ya tienen su calle propia, lo mismo que ocurre con los de la carne o los de las verduras y frutas. Eso sí, el ambiente de entonces era muy bueno, especialmente porque al Mercado venía mucha gente".
"Recuerdo que desde muy temprano llegaban las mujeres de los almacenes de las aceitunas. Nosotros abríamos la cantina a las seis de la mañana, y a esa hora ya teníamos que tener puestos los platos de los cafés en el mostrador, porque mientras ellas compraban los bocadillos para irse luego a trabajar, se tomaban su cafelito en nuestra cantina". Fue una época de mucho trabajo y ganancias suficientes para vivir, y totalmente diferente a la actual, porque esto de la crisis ha hecho que las cosas ahora "estén regular". "En la cantina, por lo menos, no estamos para tirar cohetes", añadió.
"Lo más fuerte nuestro siempre ha sido el desayuno, al igual que ocurre ahora, pero antiguamente también a la hora del tapeo venía mucha gente por aquí, porque nosotros no cerrábamos hasta las cinco o las seis de la tarde". Un tapeo que se basaba en los platos que se encargaba Gloria de elaborar personalmente. "Entonces, bueno y todavía hoy, teníamos muchas clases de tapas, como la carne con tomate, las albóndigas, los riñones, la lengua, las costillas, la carne mechada, la ensaladilla... Pero antes se daba la circunstancia de que, por ejemplo, nos venían los propios pescaderos y nos decían: 'Gloria, ásame estas sardinas', y nosotros se las hacíamos en el bar; algo que ya no puede ocurrir, claro".
La paella de los sábados
Y, como pasaba con el desayuno, eran de nuevo las mujeres que trabajaban en los almacenes las que acudían cuando salían del trabajo a hacer sus compras para casa, y, claro, algunas pues se acababan tomando su tapita. De la cocina siempre se ha encargado Gloria, quien reconoce que el plato que ha tenido más éxito ha sido, y sigue siendo, la paella, que hacía, y que sigue haciendo, todos los sábados a eso de la una menos cuarto del mediodía.
"La paella que yo hago es de marisco y de carne. Yo le echo calamares, gambas, almejas, carne de cerdo, su correspondiente refrito y un par de secretitos que esos me los guardo para mí. Los sábados sigue habiendo mucha gente que le gusta venir a tomarse su tapita de paella, con la que casi se come porque aquí siempre se han puesto las tapas grandes; e incluso algunos vienen con una fiambrera y me piden un par de tapas para tomárselas en su casa".
Gloria es hoy en día la persona más veterana que sigue trabajando en el mercado, junto con Fernando Yanes, uno de los charcuteros, pero reconoce que en muchos puestos los que se encuentran ya al frente de ellos son los nietos de los propietarios que se encontraban cuando ella y su marido llegaron. "Como, por ejemplo, es el caso de Francisco Barbero, uno de los carniceros, y del que yo conocí a su abuelo y a su padre, que además todos se llamaban igual".
Lo que sí reconoce que se nota, y mucho, es la crisis económica actual en el Mercado. "Hay muchos puestos que no pueden hacer frente a sus gastos, porque los alquileres actuales son muy caros, y hay que pagar además mucha luz y mucha agua, y no todos pueden hacer frente a ello. Por eso hay puestos que no tienen más remedio que ir cerrando".
FRANCISCO GIL CHAPARRO / REDACCIÓN