Desde que termina el curso hasta que se realiza la Selectividad queda muy poco tiempo –que, no obstante, debe ser suficiente, pues se trata de repasar las materias, no de aprenderlas de nuevo-. Las pruebas de Selectividad son una revalidación de lo trabajado durante el curso y lo único que añaden nuevo es la necesidad o no de alcanzar una determinada calificación para entrar en la Facultad que nos gusta.
Planificación
Estudiar todos los días con horario fijo y durante ocho horas mínimo es básico. Hay que planificar una distribución del tiempo disponible hasta el día “D”, que permita repasar todas las materias (*).
El lugar de trabajo debe ser silencioso, iluminado y ventilado con luz natural todo el tiempo posible y sin elementos distrayentes. Es necesario prever tiempos de descanso activo para alterar la rutina. Entonces será el momento de hacer una pausa, tomar algo, hacer unas flexiones, respirar pausadamente. Cambio de actividad y de sitio. Relajación. Aburrimiento e imaginación son malas compañías. Y a la hora de estudiar, a estudiar.
Las materias se planificarán según dificultad y necesidad y su distribución debe permitir repasarlas todas desde unos planteamientos claros de cada una de ellas. Mantener una actitud positiva ante cada materia significa que debo estudiarla me guste o no y, para ello, habré de buscar lo positivo de la misma. El estudio debe ser dinámico a lo que ayudará trabajar con papel y lápiz y desde una lectura activa –lo que se conoce como S-E-R- (**).
Estudiar sin música, sin ordenador –no te engañes diciendo que vas a consultar; es hora de repasar, no de ampliar materia-, ni televisión. El móvil a-pa-ga-do para llamadas y WhatsApp –ya guasapearás cuando termines-. Cada interrupción realizada merma la concentración y velocidad de aprendizaje. ¡No estamos para nadie!
Actitud personal
Dormir al menos ocho horas es estrictamente necesario. Estudiar cuando sea más cómodo y rentable –levantarse temprano o acostarse tarde, depende de cada cual-. Comer lo habitual, evitando comidas muy pesadas si luego he de estudiar. No es aconsejable abusar de café, coca-cola, té, pastillas varias... Es bueno beber agua para hidratarse, al igual que ingerir azúcares, sobre todo de la fruta, o tomar frutos secos como fuente de energía –con moderación-.
Llegó el día “D”
Tener claro el lugar y la hora del examen es vital. Es conveniente llegar con tiempo pues, caso contrario, tanto un carrerón como una sudada son malos. Ir provisto de, al menos, dos bolígrafos, lápiz, goma…
Ya estamos colocados donde nos corresponde. Atención a las instrucciones que dan los examinadores: normalmente son especialistas de la materia que van a corregir e indican cómo responder y qué no quieren que hagamos. Aspecto importante que se debe tener en cuenta: copiar supone correr un riesgo, además de una sobrecarga de nervios.
Realización del examen de Selectividad
Leer las preguntas para tener una visión de conjunto es primordial. Es mala táctica lanzarse a responder sin estar situados en lo que preguntan. Se debe utilizar un lenguaje con datos que demuestren conocimiento de la materia; “irse por las ramas” o divagar no beneficia en absoluto.
La operatividad en cada prueba aconseja distribuir tiempos en relación a la puntuación de cada pregunta. Hacer un preesquema en sucio, que luego romperás, puede ser muy útil –claro, siempre que sea posible-. Empezar por las cuestiones fáciles y que controlas vale para ir calentando motores pues la memoria trabaja desde el encadenamiento de datos.
Dejar espacio entre pregunta y pregunta, por si hay que añadir algo que se olvidó, suele dar resultado. Marea mucho al corrector indicarle que la pregunta “X” sigue en la página “Z”. Es útil y necesario hacer un esquema de la cuestión que no dio tiempo a terminar, pues indica que algo se sabe de la misma.
Una presentación clara, con orden y limpieza (si hay que tachar, hacerlo sólo con una raya por encima) es un elemento que facilita la corrección y la buena predisposición del corrector. La limpieza favorece al alumno. Conviene cuidar la redacción y la ortografía al máximo. Es inaceptable escribir con abreviaturas tipo “sms”, entre otras cuestiones porque no nos entenderán. Y, como consejo final, recomiendo repasar antes de entregar el examen. Esto debe ser posible si se ha planificado una buena distribución del tiempo disponible.
Insisto en los suspendedores de pasillo que, antes de entrar, vaticinan que va a salir el tema “X”. Nadie sabe qué van a preguntar. Huir de ellos es la mejor estrategia para no ponerse más nerviosos. No está de más llevar un botellín de agua –de plástico, no de cristal- para evitar la sequedad de boca.
Recomendaciones finales
El día anterior a las pruebas debe ser más relajado, evitando la intranquilidad del último momento y el runruneo de que no me lo sé y voy a suspender. Si has llegado hasta aquí es porque aprobaste el curso. Sería aconsejable darse un paseo por el centro donde nos examinamos para hacer una inspección ocular previa del sitio, conocer el tiempo que se tarda en llegar, posible comercio donde comer algo o comprar agua...
La noche anterior hay que dormir todo lo que se pueda y más. Si esa noche no se duerme, el día siguiente puede ser nefasto por sueño, cansancio y nervios. Ir a estudiar a la biblioteca en esos días no es lo más aconsejable porque nos exponemos a perder tiempo y contagiarnos de los agoreros a los que hay que mandar a freír espárragos. De todo lo dicho cada cual sabe o debe saber qué es lo que le conviene hacer.
Notas
(*) Horario para los 15 días previos:
(**) Previos: Estudio activo-lectura activa -La S-E-R-
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Estudiar todos los días con horario fijo y durante ocho horas mínimo es básico. Hay que planificar una distribución del tiempo disponible hasta el día “D”, que permita repasar todas las materias (*).
El lugar de trabajo debe ser silencioso, iluminado y ventilado con luz natural todo el tiempo posible y sin elementos distrayentes. Es necesario prever tiempos de descanso activo para alterar la rutina. Entonces será el momento de hacer una pausa, tomar algo, hacer unas flexiones, respirar pausadamente. Cambio de actividad y de sitio. Relajación. Aburrimiento e imaginación son malas compañías. Y a la hora de estudiar, a estudiar.
Las materias se planificarán según dificultad y necesidad y su distribución debe permitir repasarlas todas desde unos planteamientos claros de cada una de ellas. Mantener una actitud positiva ante cada materia significa que debo estudiarla me guste o no y, para ello, habré de buscar lo positivo de la misma. El estudio debe ser dinámico a lo que ayudará trabajar con papel y lápiz y desde una lectura activa –lo que se conoce como S-E-R- (**).
Estudiar sin música, sin ordenador –no te engañes diciendo que vas a consultar; es hora de repasar, no de ampliar materia-, ni televisión. El móvil a-pa-ga-do para llamadas y WhatsApp –ya guasapearás cuando termines-. Cada interrupción realizada merma la concentración y velocidad de aprendizaje. ¡No estamos para nadie!
Actitud personal
Dormir al menos ocho horas es estrictamente necesario. Estudiar cuando sea más cómodo y rentable –levantarse temprano o acostarse tarde, depende de cada cual-. Comer lo habitual, evitando comidas muy pesadas si luego he de estudiar. No es aconsejable abusar de café, coca-cola, té, pastillas varias... Es bueno beber agua para hidratarse, al igual que ingerir azúcares, sobre todo de la fruta, o tomar frutos secos como fuente de energía –con moderación-.
Llegó el día “D”
Tener claro el lugar y la hora del examen es vital. Es conveniente llegar con tiempo pues, caso contrario, tanto un carrerón como una sudada son malos. Ir provisto de, al menos, dos bolígrafos, lápiz, goma…
Ya estamos colocados donde nos corresponde. Atención a las instrucciones que dan los examinadores: normalmente son especialistas de la materia que van a corregir e indican cómo responder y qué no quieren que hagamos. Aspecto importante que se debe tener en cuenta: copiar supone correr un riesgo, además de una sobrecarga de nervios.
Realización del examen de Selectividad
Leer las preguntas para tener una visión de conjunto es primordial. Es mala táctica lanzarse a responder sin estar situados en lo que preguntan. Se debe utilizar un lenguaje con datos que demuestren conocimiento de la materia; “irse por las ramas” o divagar no beneficia en absoluto.
La operatividad en cada prueba aconseja distribuir tiempos en relación a la puntuación de cada pregunta. Hacer un preesquema en sucio, que luego romperás, puede ser muy útil –claro, siempre que sea posible-. Empezar por las cuestiones fáciles y que controlas vale para ir calentando motores pues la memoria trabaja desde el encadenamiento de datos.
Dejar espacio entre pregunta y pregunta, por si hay que añadir algo que se olvidó, suele dar resultado. Marea mucho al corrector indicarle que la pregunta “X” sigue en la página “Z”. Es útil y necesario hacer un esquema de la cuestión que no dio tiempo a terminar, pues indica que algo se sabe de la misma.
Una presentación clara, con orden y limpieza (si hay que tachar, hacerlo sólo con una raya por encima) es un elemento que facilita la corrección y la buena predisposición del corrector. La limpieza favorece al alumno. Conviene cuidar la redacción y la ortografía al máximo. Es inaceptable escribir con abreviaturas tipo “sms”, entre otras cuestiones porque no nos entenderán. Y, como consejo final, recomiendo repasar antes de entregar el examen. Esto debe ser posible si se ha planificado una buena distribución del tiempo disponible.
Insisto en los suspendedores de pasillo que, antes de entrar, vaticinan que va a salir el tema “X”. Nadie sabe qué van a preguntar. Huir de ellos es la mejor estrategia para no ponerse más nerviosos. No está de más llevar un botellín de agua –de plástico, no de cristal- para evitar la sequedad de boca.
Recomendaciones finales
El día anterior a las pruebas debe ser más relajado, evitando la intranquilidad del último momento y el runruneo de que no me lo sé y voy a suspender. Si has llegado hasta aquí es porque aprobaste el curso. Sería aconsejable darse un paseo por el centro donde nos examinamos para hacer una inspección ocular previa del sitio, conocer el tiempo que se tarda en llegar, posible comercio donde comer algo o comprar agua...
La noche anterior hay que dormir todo lo que se pueda y más. Si esa noche no se duerme, el día siguiente puede ser nefasto por sueño, cansancio y nervios. Ir a estudiar a la biblioteca en esos días no es lo más aconsejable porque nos exponemos a perder tiempo y contagiarnos de los agoreros a los que hay que mandar a freír espárragos. De todo lo dicho cada cual sabe o debe saber qué es lo que le conviene hacer.
Notas
(*) Horario para los 15 días previos:
- Ponerse a estudiar todos los días a la misma hora, incluidos sábado y domingo.
- Distribuir las materias: a primera hora, las más difíciles, alternando con fáciles, después de descansar un ratito –"descansar" significa salir del espacio de estudio-. Habría que estar, al menos, una hora y media por materia, con diez minutos de descanso.
- Para la tarde se pueden dejar las materias más fáciles y menos tediosas.
(**) Previos: Estudio activo-lectura activa -La S-E-R-
- Leer tema-texto completo (mínimo una vez).
- Aclarar vocabulario (lo que no se comprende, no se aprende).
- Leer despacio otra vez entendiendo (lectura atenta y detenida).
- Extraer temática e ideas fundamentales de cada tema (esto será básico para hacer un esquema).
- Subrayar lo significativo (subrayado selectivo). Si tiene sentido lo subrayado, está bien. No vale subrayarlo todo porque eso no ayuda para nada.
- Extraer resumen de lo subrayado, que debe tener sentido y estar completo.
- Escribir con tus palabras lo que te acuerdes. Escribir ayuda a fijar contenidos. Esta sugerencia es importante en un estudio activo.
- Hacer esquemas (es el esqueleto resumido del tema) para tener una visión de conjunto del mismo.
- Ser capaz de recordar de memoria lo esencial. Existen trucos para memorizar y cada cual sabe los que le valen.
- Cambiar de materia descansando un poco y vuelta a empezar.
PEPE CANTILLO