Tras el brutal impacto de los 6,2 millones de parados, lo que el Gobierno no podía hacer de ningún modo era salir diciendo que le diéramos un “margen de confianza”. No podía hacerlo, pero eso es lo que hizo, en resumidas cuentas. Dice Rajoy que va a explicar las medidas para incentivar la creación de riqueza y de empleo en el Parlamento. Pues que lo haga porque, por más que uno rebusca en lo dicho el pasado viernes, no veo ninguna así clarita y negro sobre blanco.
Veo que la subida del IRPF se mantiene hasta el año 2015, cuando se nos dijo que se bajaría en 2014; veo que de aquello de que no se pagaría el IVA hasta no haber cobrado la factura no hay nada, excepto la promesa aún incumplida; veo que aquello de rebajar los costes de contratación a pequeños y mediados empresarios sigue sin aparecer por ningún lado. Vamos, que lo que veo es que no hay respuesta y que esto no arranca.
Y sí, ya sabemos quién dejó el vehículo en esa penosa situación, gripado, echando humo por el radiador, sin gota de gasolina en el depósito ni quien nos fiase. Y sí, quizás nos fíen ahora el fuel, pero esto no se pone en marcha. Y lo único que aumenta desesperadamente es el paro. Y cuando sale la ministra con la cantinela de que "se destruye algo menos que el año pasado" el cabreo por la tomadura de pelo alcanza proporciones universales. Pues sí, doña Fátima, es que los que ya estaban parados no puede quedarse en paro.
El Gobierno está agotando su ya escaso crédito y ya no hay margen de confianza que valga. Ya no vale, don Mariano. Ya se han agotado, paciencia, resistencia y tiempo. Hasta los más dispuestos a creer, hasta los de la fe del carbonero necesitan –necesitamos- hechos. Y sólo nos valen los hechos.
Esa es la triste conclusión de una semana –la pasada- donde vimos de nuevo mucho títere por los parlamentos; otra algarada, cada vez más extremista y violenta, a sus puertas; y, como postre, el que la Policía dice que los papeles los escribió Bárcenas, que era algo que desde luego era más que sabido, por mucho que en su estrategia trapacera anduviera desmintiéndolo por las mañanas y secreteando por las noches a sus portavoces mediáticos –que tiene una colección completa-.
La cuestión –ya está uno harto de repetirlo- no es que los papeles no los haya escrito el tesorero, sino si los ha hecho para fabricar a su medida una prueba, de una sentada y mezclando verdades, medias mentiras y mentiras enteras. Por ejemplo, desde luego que los dirigentes cobraban de Génova. Lo he constatado con varios y que lo han reflejado –los que conozco- en sus declaraciones de Renta, con lo que puede parecer mal, bien o regular pero delito, no hay por ningún lado.
Otra cosa es si alguno no lo ha declarado y otra –para mí, la madre del cordero- es de dónde salía ese dinero. Que ahí es donde el PP puede encontrarse ante lo peor y más difícil y tener que dar algo más que explicaciones a los ciudadanos –si no, también, en el banquillo de los acusados-.
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Y sí, ya sabemos quién dejó el vehículo en esa penosa situación, gripado, echando humo por el radiador, sin gota de gasolina en el depósito ni quien nos fiase. Y sí, quizás nos fíen ahora el fuel, pero esto no se pone en marcha. Y lo único que aumenta desesperadamente es el paro. Y cuando sale la ministra con la cantinela de que "se destruye algo menos que el año pasado" el cabreo por la tomadura de pelo alcanza proporciones universales. Pues sí, doña Fátima, es que los que ya estaban parados no puede quedarse en paro.
El Gobierno está agotando su ya escaso crédito y ya no hay margen de confianza que valga. Ya no vale, don Mariano. Ya se han agotado, paciencia, resistencia y tiempo. Hasta los más dispuestos a creer, hasta los de la fe del carbonero necesitan –necesitamos- hechos. Y sólo nos valen los hechos.
Esa es la triste conclusión de una semana –la pasada- donde vimos de nuevo mucho títere por los parlamentos; otra algarada, cada vez más extremista y violenta, a sus puertas; y, como postre, el que la Policía dice que los papeles los escribió Bárcenas, que era algo que desde luego era más que sabido, por mucho que en su estrategia trapacera anduviera desmintiéndolo por las mañanas y secreteando por las noches a sus portavoces mediáticos –que tiene una colección completa-.
La cuestión –ya está uno harto de repetirlo- no es que los papeles no los haya escrito el tesorero, sino si los ha hecho para fabricar a su medida una prueba, de una sentada y mezclando verdades, medias mentiras y mentiras enteras. Por ejemplo, desde luego que los dirigentes cobraban de Génova. Lo he constatado con varios y que lo han reflejado –los que conozco- en sus declaraciones de Renta, con lo que puede parecer mal, bien o regular pero delito, no hay por ningún lado.
Otra cosa es si alguno no lo ha declarado y otra –para mí, la madre del cordero- es de dónde salía ese dinero. Que ahí es donde el PP puede encontrarse ante lo peor y más difícil y tener que dar algo más que explicaciones a los ciudadanos –si no, también, en el banquillo de los acusados-.
ANTONIO PÉREZ HENARES