Siempre me gustó leer y la biblioteca de la casa de mi amiga Teresa me abrió mi mente a otros mundos, como el de Pearl S. Buck, y sus novelas sobre China. Esta escritora estadounidense, que nació a finales del siglo XIX, vivió gran parte de su vida en ese país asiático, y conoció muy bien su cultura.
Leí este libro cuando tenía unos dieciocho años y fue un gran descubrimiento. Estoy segura de que mucha gente de cuarenta o cincuenta años también lo ha leído. Si ya lo han hecho, merece la pena releerlo.
Con su tinta nos lleva a un mundo donde las mujeres chinas debían vendar sus pies con mucho dolor, para ser atractivas a los ojos de los hombres, donde los matrimonios estaban concertados y el hombre tenía la potestad para tener más de una mujer viviendo bajo el mismo techo.
En un primer momento, puede parecer que Pearl mira con los ojos de una mujer occidental, pero a medida que la protagonista va profundizando en su mundo interior, vas descubriendo que lo que vive dentro de ella son los mismos anhelos que cualquier mujer puede tener con independencia del momento histórico o del lugar: amar y ser amada en exclusividad.
Es muy interesante el personaje masculino, un chino culto, médico y con conocimiento de la cultura occidental, que va a ser el que, poco a poco, vaya abriendo la mente de su esposa, criada dentro de las férreas costumbres de la China tradicional.
Hay que tener en cuenta que la libertad de la mujer a finales del XIX no era la actual, pero entiendo que nuestra escritora vivió los tiempos de cambio de los años veinte, cuando muchas mujeres empezaron a luchar por la igualdad.
Si les gusta el libro, les recomendaría también La gran dama. Eso sí, léanlo con indulgencia. Es verdad que la protagonista no es lo que llamaríamos una "buena mujer", pero, ¿cómo actuaríamos si nuestra libertad sólo dependiera de hacer uso del arte de manipular?
Leí este libro cuando tenía unos dieciocho años y fue un gran descubrimiento. Estoy segura de que mucha gente de cuarenta o cincuenta años también lo ha leído. Si ya lo han hecho, merece la pena releerlo.
Con su tinta nos lleva a un mundo donde las mujeres chinas debían vendar sus pies con mucho dolor, para ser atractivas a los ojos de los hombres, donde los matrimonios estaban concertados y el hombre tenía la potestad para tener más de una mujer viviendo bajo el mismo techo.
En un primer momento, puede parecer que Pearl mira con los ojos de una mujer occidental, pero a medida que la protagonista va profundizando en su mundo interior, vas descubriendo que lo que vive dentro de ella son los mismos anhelos que cualquier mujer puede tener con independencia del momento histórico o del lugar: amar y ser amada en exclusividad.
Es muy interesante el personaje masculino, un chino culto, médico y con conocimiento de la cultura occidental, que va a ser el que, poco a poco, vaya abriendo la mente de su esposa, criada dentro de las férreas costumbres de la China tradicional.
Hay que tener en cuenta que la libertad de la mujer a finales del XIX no era la actual, pero entiendo que nuestra escritora vivió los tiempos de cambio de los años veinte, cuando muchas mujeres empezaron a luchar por la igualdad.
Si les gusta el libro, les recomendaría también La gran dama. Eso sí, léanlo con indulgencia. Es verdad que la protagonista no es lo que llamaríamos una "buena mujer", pero, ¿cómo actuaríamos si nuestra libertad sólo dependiera de hacer uso del arte de manipular?
MARÍA JESÚS SÁNCHEZ A.