¿Es posible el gran pacto por Andalucía? Me temo que no. José Antonio Griñán parece querer plantear al presidente del Partido Popular de Andalucía (PP-A), Juan Ignacio Zoido, un gran pacto por la Comunidad que haga posible que la misma salga de una situación que, hoy por hoy, nos coloca a la cola de España y de la mayoría de las regiones europeas.
Y me temo que no será posible porque, en realidad, lo que el presidente de la Junta busca no es sino un argumento político más con el que justificarse ante los andaluces y descargar culpas en quienes poca o ninguna responsabilidad tienen en el actual diseño del mapa económico y social de Andalucía: el PP-A.
Y es que, para establecer ese gran pacto, lo primero que habría es que llegar a un amplio gobierno de concertación que consensuase, ante todo, un pormenorizado programa que habría que cumplir, lo que es de todo punto inviable dadas las diferencias programáticas y de gestión existentes entre los actuales socios de gobierno PSOE-IU y el propio PP.
Mucho me temo que José Antonio Griñan base sus pretensiones para ese gran pacto en implicar a los populares andaluces en sus reivindicaciones al Gobierno de la nación, también del PP, como un mecanismo más con el que deteriorar la complicada imagen que al Ejecutivo de Mariano Rajoy le ha correspondido asumir, presentando, a su vez, como mediadores dolosos a los correligionarios de Zoido.
Miren, en Andalucía, los culpables de las cifras de paro que soportamos, del fracaso escolar que padecemos o del deterioro social que en muchas zonas se vive, no pueden ser otros que aquellos que durante más de treinta años han venido gobernando la Comunidad ininterrumpidamente, a pesar de los cientos de miles de millones recibidos en ayudas europeas, la multitud de inversiones en obra pública realizada por los diferentes gobiernos de España y los recursos humanos y materiales de los que dispone nuestra región.
Buscar ahora soluciones en ese pretendido gran pacto debería suponer, en primer lugar, reconocer los errores cometidos y aceptar nuevas formas de gestión que, lógicamente, habrían de venir de la mano de quienes hasta ahora han ejercido la oposición.
¿Está dispuesto eso a asumirlo Griñán? Estoy tan seguro que no como lo estoy de que Valderas tiraría la vajilla por los suelos y no se sentaría a la misma mesa en la que ahora comparte mantel y viandas con los socialistas.
Ante ello, menos propuestas de campanario y más mano tendida, real y cercana, a la oposición, recogiendo sus propuestas legislativas y modificando en la medida necesaria unos presupuestos en los que no se ha permitido la participación del Partido Popular.
Andalucía no necesita de más brindis al sol; necesita de políticos menos sectarios, mucho más abiertos a la diversidad social de nuestra Comunidad y capaces de renunciar a ese componente electoral que mueve todas sus actitudes degradando mucho del trabajo que realizan. No se firmará ese gran pacto y, si se hace, o estará carente de contenido real o no llegará a cumplirse. Si no, al tiempo.
Y me temo que no será posible porque, en realidad, lo que el presidente de la Junta busca no es sino un argumento político más con el que justificarse ante los andaluces y descargar culpas en quienes poca o ninguna responsabilidad tienen en el actual diseño del mapa económico y social de Andalucía: el PP-A.
Y es que, para establecer ese gran pacto, lo primero que habría es que llegar a un amplio gobierno de concertación que consensuase, ante todo, un pormenorizado programa que habría que cumplir, lo que es de todo punto inviable dadas las diferencias programáticas y de gestión existentes entre los actuales socios de gobierno PSOE-IU y el propio PP.
Mucho me temo que José Antonio Griñan base sus pretensiones para ese gran pacto en implicar a los populares andaluces en sus reivindicaciones al Gobierno de la nación, también del PP, como un mecanismo más con el que deteriorar la complicada imagen que al Ejecutivo de Mariano Rajoy le ha correspondido asumir, presentando, a su vez, como mediadores dolosos a los correligionarios de Zoido.
Miren, en Andalucía, los culpables de las cifras de paro que soportamos, del fracaso escolar que padecemos o del deterioro social que en muchas zonas se vive, no pueden ser otros que aquellos que durante más de treinta años han venido gobernando la Comunidad ininterrumpidamente, a pesar de los cientos de miles de millones recibidos en ayudas europeas, la multitud de inversiones en obra pública realizada por los diferentes gobiernos de España y los recursos humanos y materiales de los que dispone nuestra región.
Buscar ahora soluciones en ese pretendido gran pacto debería suponer, en primer lugar, reconocer los errores cometidos y aceptar nuevas formas de gestión que, lógicamente, habrían de venir de la mano de quienes hasta ahora han ejercido la oposición.
¿Está dispuesto eso a asumirlo Griñán? Estoy tan seguro que no como lo estoy de que Valderas tiraría la vajilla por los suelos y no se sentaría a la misma mesa en la que ahora comparte mantel y viandas con los socialistas.
Ante ello, menos propuestas de campanario y más mano tendida, real y cercana, a la oposición, recogiendo sus propuestas legislativas y modificando en la medida necesaria unos presupuestos en los que no se ha permitido la participación del Partido Popular.
Andalucía no necesita de más brindis al sol; necesita de políticos menos sectarios, mucho más abiertos a la diversidad social de nuestra Comunidad y capaces de renunciar a ese componente electoral que mueve todas sus actitudes degradando mucho del trabajo que realizan. No se firmará ese gran pacto y, si se hace, o estará carente de contenido real o no llegará a cumplirse. Si no, al tiempo.
ENRIQUE BELLIDO
