Hoy se celebra la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en la República Checa. Es la primera vez que los checos escogen presidente por sufragio directo (antes lo elegía el Parlamento). Sin embargo, también es un examen al pasado checo y a sus relaciones con el nazismo.
Los principales candidatos a las elecciones son Milos Zeman, ex primer ministro que está siendo apoyado por el actual Jefe del Estado, el euroescéptico Vaclav Klaus, y Karel Schwarzenberg, un aristócrata que actualmente ocupa el puesto de ministro de Asuntos Exteriores. En la primera vuelta, Zeman obtuvo un 24,4 por ciento de los votos, frente al 22,8 del liberal-conservador Schwarzenberg.
En total se presentaron nueve candidatos, entre los que destacaron Jan Fisher, otro ex primer ministro de la República, Jiri Dienstbier, senador socialdemócrata y Vladimir Franz, un profesor universitario, pintor y compositor que tiene un noventa por ciento de su cuerpo tatuado.
El presidente de la República Checa no tiene reconocida en su Constitución funciones ejecutivas importantes, pero a nadie escapa su vital relevancia a la hora de influir en las relaciones exteriores como Jefe de Estado. Aparte, ejerce el papel simbólico de padre de la Nación, lo que incrementa la importancia del debate sobre lo que se expone a continuación.
Ahora, la ajustada pelea entre Zeman y Schwarzenberg en la segunda vuelta está llevando a un endurecimiento del discurso político, que está sacando a la luz temas tabú en la política checa. Este es el caso de los “Decretos de Benes”.
Los “Decretos de Benes” fueron adoptados tras la Segunda Guerra Mundial, con el fin de expulsar y confiscar sus propiedades a la población checoslovaca de habla alemana que hubiera colaborado con el Tercer Reich, especialmente en el área de los Sudetes. Se trató de un castigo colectivo que afectó tanto a colaboracionistas como a inocentes.
Actualmente, son muchos los juristas que dudan de la legalidad de estos decretos, hasta el punto de que fue una de las cuestiones más polémicas a la hora de ratificar el Tratado de Lisboa. Tanto es así que, junto a Polonia y Reino Unido, fue uno de los países que quedaron exentos de firmar la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE.
Karel Schwarzenberg y su familia fueron víctimas de estos decretos, a pesar de insistir en su inocencia. Cuando ascendió el comunismo en Checoslovaquia, la familia tuvo que huir del país. A esto se le suma que Therese Schwarzenberg, la esposa del candidato, es una austríaca que no habla checo y cuyo padre fue simpatizante del nazismo, como muchos alemanes y austríacos durante el régimen.
Estos hechos han sido utilizados por Zeman y Klaus para desprestigiar al candidato liberal-conservador, a través de una campaña nacionalista que ha llevado incluso a que miles de checos se hayan adherido a una carta de disculpa al matrimonio Schwarzenberg: "Consideramos totalmente inaceptable los ataques nacionales chovinistas contra la familia de Karel Schwarzenberg y contra su persona", reza la misiva, firmada por personalidades del mundo de la cultura y la sociedad checa.
Europa también está en el punto de mira. El aún presidente de la República fue un reconocido euroescéptico y Zeman sigue su misma línea. En cambio, el actual ministro de Asuntos Exteriores es europeísta y favorable a tender puentes a América. Como se puede apreciar, toda una lucha por el poder que no se sabe cómo acabará, pero que parece estar dejando huella en la República Checa.
Los principales candidatos a las elecciones son Milos Zeman, ex primer ministro que está siendo apoyado por el actual Jefe del Estado, el euroescéptico Vaclav Klaus, y Karel Schwarzenberg, un aristócrata que actualmente ocupa el puesto de ministro de Asuntos Exteriores. En la primera vuelta, Zeman obtuvo un 24,4 por ciento de los votos, frente al 22,8 del liberal-conservador Schwarzenberg.
En total se presentaron nueve candidatos, entre los que destacaron Jan Fisher, otro ex primer ministro de la República, Jiri Dienstbier, senador socialdemócrata y Vladimir Franz, un profesor universitario, pintor y compositor que tiene un noventa por ciento de su cuerpo tatuado.
El presidente de la República Checa no tiene reconocida en su Constitución funciones ejecutivas importantes, pero a nadie escapa su vital relevancia a la hora de influir en las relaciones exteriores como Jefe de Estado. Aparte, ejerce el papel simbólico de padre de la Nación, lo que incrementa la importancia del debate sobre lo que se expone a continuación.
Ahora, la ajustada pelea entre Zeman y Schwarzenberg en la segunda vuelta está llevando a un endurecimiento del discurso político, que está sacando a la luz temas tabú en la política checa. Este es el caso de los “Decretos de Benes”.
Los “Decretos de Benes” fueron adoptados tras la Segunda Guerra Mundial, con el fin de expulsar y confiscar sus propiedades a la población checoslovaca de habla alemana que hubiera colaborado con el Tercer Reich, especialmente en el área de los Sudetes. Se trató de un castigo colectivo que afectó tanto a colaboracionistas como a inocentes.
Actualmente, son muchos los juristas que dudan de la legalidad de estos decretos, hasta el punto de que fue una de las cuestiones más polémicas a la hora de ratificar el Tratado de Lisboa. Tanto es así que, junto a Polonia y Reino Unido, fue uno de los países que quedaron exentos de firmar la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE.
Karel Schwarzenberg y su familia fueron víctimas de estos decretos, a pesar de insistir en su inocencia. Cuando ascendió el comunismo en Checoslovaquia, la familia tuvo que huir del país. A esto se le suma que Therese Schwarzenberg, la esposa del candidato, es una austríaca que no habla checo y cuyo padre fue simpatizante del nazismo, como muchos alemanes y austríacos durante el régimen.
Estos hechos han sido utilizados por Zeman y Klaus para desprestigiar al candidato liberal-conservador, a través de una campaña nacionalista que ha llevado incluso a que miles de checos se hayan adherido a una carta de disculpa al matrimonio Schwarzenberg: "Consideramos totalmente inaceptable los ataques nacionales chovinistas contra la familia de Karel Schwarzenberg y contra su persona", reza la misiva, firmada por personalidades del mundo de la cultura y la sociedad checa.
Europa también está en el punto de mira. El aún presidente de la República fue un reconocido euroescéptico y Zeman sigue su misma línea. En cambio, el actual ministro de Asuntos Exteriores es europeísta y favorable a tender puentes a América. Como se puede apreciar, toda una lucha por el poder que no se sabe cómo acabará, pero que parece estar dejando huella en la República Checa.
RAFAEL SOTO