Una muestra más del nivel intelectual de la clase política que tenemos en España la dieron hace algunos días ciertos representantes de la izquierda española –los diputados Coscubiela, Centella y Simancas de ICV, IU y PSOE- al entrar al trapo contra la felicitación navideña que el presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, colgó en el perfil de la Cámara en Twitter.
Digo esto porque problemas mucho más importantes tendrá España y el propio Gobierno de la Nación como para que estos personajes vengan ahora a hacer oposición agarrándose al formato de una felicitación navideña que, como su propia definición ha de recoger, contenía la imagen de una Natividad sacada del Libro de Horas al Uso de Roma, fechado en el siglo XV y que representa una de la obras más importantes del patrimonio bibliográfico del Congreso de los Diputados.
Hay quien ha hablado, creo que el andaluz Centella, de “imagen peligrosa”, como si la misma fuese a turbar la candidez de nuestros aconfesionales representantes moviéndolos a la senda del adoctrinamiento cristiano.
Eso sí, es muy probable que ayer compartieran mesa y mantel con sus familiares, aprovechando que fue Navidad, y hasta puede que soltaran algún villancico por aquello de la tradición. Por no hablar que, para el 6 de enero, es posible que quieran tener un detalle con los familiares, al hilo de la festividad de Reyes, aunque todo sea desde la más republicana de las intenciones.
Lo peor es que en medio de este sarcasmo político –hacen vacaciones de Navidad y hasta reciben, o recibían, una paga extra de Navidad- se creen en posesión de la aconfesionalidad, como si en la derecha no existiesen diputados agnósticos, ateos o simplemente aconfesionales practicantes, o la propia izquierda no nutriese con algunos de sus miembros las filas cristianas.
Negar la tradición cultural de un pueblo, que es lo único que con toda lógica recogía Jesús Posada en su felicitación, representa la búsqueda de un vacío, en el que tal vez se mueva cómoda la izquierda, pero en el que resulta difícil encontrar puntos de referencia desde los que avanzar en cualquier dirección, sea ésta la que sea.
De ahí que la “imagen peligrosa” lo sea para algunos porque, en este caso, representa el punto de partida de una doctrina, el cristianismo –bien es cierto que adulterada a lo largo de los siglos y, en muchos casos, utilizada torticeramente- que deja en paños menores los principios de igualdad y justicia social de los que ha hecho alarde en muchas ocasiones la izquierda, para, fíjense por dónde, cercenar las libertades de los ciudadanos.
Digo esto porque problemas mucho más importantes tendrá España y el propio Gobierno de la Nación como para que estos personajes vengan ahora a hacer oposición agarrándose al formato de una felicitación navideña que, como su propia definición ha de recoger, contenía la imagen de una Natividad sacada del Libro de Horas al Uso de Roma, fechado en el siglo XV y que representa una de la obras más importantes del patrimonio bibliográfico del Congreso de los Diputados.
Hay quien ha hablado, creo que el andaluz Centella, de “imagen peligrosa”, como si la misma fuese a turbar la candidez de nuestros aconfesionales representantes moviéndolos a la senda del adoctrinamiento cristiano.
Eso sí, es muy probable que ayer compartieran mesa y mantel con sus familiares, aprovechando que fue Navidad, y hasta puede que soltaran algún villancico por aquello de la tradición. Por no hablar que, para el 6 de enero, es posible que quieran tener un detalle con los familiares, al hilo de la festividad de Reyes, aunque todo sea desde la más republicana de las intenciones.
Lo peor es que en medio de este sarcasmo político –hacen vacaciones de Navidad y hasta reciben, o recibían, una paga extra de Navidad- se creen en posesión de la aconfesionalidad, como si en la derecha no existiesen diputados agnósticos, ateos o simplemente aconfesionales practicantes, o la propia izquierda no nutriese con algunos de sus miembros las filas cristianas.
Negar la tradición cultural de un pueblo, que es lo único que con toda lógica recogía Jesús Posada en su felicitación, representa la búsqueda de un vacío, en el que tal vez se mueva cómoda la izquierda, pero en el que resulta difícil encontrar puntos de referencia desde los que avanzar en cualquier dirección, sea ésta la que sea.
De ahí que la “imagen peligrosa” lo sea para algunos porque, en este caso, representa el punto de partida de una doctrina, el cristianismo –bien es cierto que adulterada a lo largo de los siglos y, en muchos casos, utilizada torticeramente- que deja en paños menores los principios de igualdad y justicia social de los que ha hecho alarde en muchas ocasiones la izquierda, para, fíjense por dónde, cercenar las libertades de los ciudadanos.
ENRIQUE BELLIDO